lunes, 8 de abril de 2024

Happycracia, la manipulación de la felicidad

 Happycracia, la manipulación de la felicidad 


Edgar Cabanas y Eva Illouz en su libro "Happycracia: Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controla nuestras vidas", se centran en reflexionar cómo varios enfoques de positivismo formulados en las últimas décadas han contribuido para la manipulación social, política y económica, cosa que no es novedad. La pregunta es ¿Seligman realmente quería manipular a los individuos con su nuevo enfoque, Psicología Positiva? Yo pienso que no, las élites dominantes adoptaron los principios de dicha teoría, así como los postulados de la psicología popular o literatura de autoayuda, con el objetivo de moldear el pensamiento de los individuos e inducir la creencia de que las desigualdades sociales son su responsabilidad y mantenerlos cegados de la verdadera realidad. 

Durante los últimos años se ha comercializado la idea de felicidad. Según Draper, como se cita en el texto, "La felicidad es solo un momento antes de que quieras más felicidad", es decir, la felicidad no es infinita, es una emoción temporal al igual que la tristeza o la ira, sin embargo, una vez experimentada, gracias a la secreción de serotonina y dopamina que excitan al sujeto, tiende a buscar más experiencias que le produzcan nueva felicidad. Por supuesto, fueron premisas que el capitalismo adoptó a su favor, vender la felicidad mediante libros de autoayuda, cursos en línea, aplicaciones para creación de buenos hábitos o meditación, han generado una política de consumo masiva en la última década que nos mantiene en un círculo vicioso de búsqueda constante de bienestar físico y mental, pues no se permite vender la idea de la temporalidad de la felicidad, ya que, afectaría el consumismo implantado. 


La nueva política de la felicidad, también se ha adoptado dentro de los campos laborales, los jefes han adoptado la premisa "mi felicidad o desgracia es mi responsabilidad" transformándolo en una herramienta para el aumento de la productividad y motivación para el incremento de eficacia en el trabajo, disfrazándolo con el cuidado del bienestar emocional en los empleados. Además, mediante este juego mental se pueden llegar a justificar las malas condiciones laborales, extensas cargas de trabajo, injusticias laborales, etc. Puesto que, los empleados mantendrán la postura de que lo que ocurre es su responsabilidad y necesitan aprender estrategias de afrontamiento que les permita sobrellevar el estrés que se genera en el trabajo.

Para resumir, la obra de Cabanas e Illouz ofrece una crítica hacia la concepción de felicidad que se maneja en la actualidad, no obstante, esto no quiere decir que la felicidad sea imposible de conseguir, ni mucho menos que es una total estrategia de consumo. Simplemente se debe analizar la felicidad como una emoción temporal, sujeta a limitaciones e incluso momentos negativos. Este reconocimiento no significa la infelicidad perpetua, dado que este enfoque reduce la complejidad del funcionamiento cognitivo humano y justifica las desigualdades sociales al atribuir la culpa sobre el individuo, insinuando que su responsabilidad es desear cambiar para lograrlo. La realidad es muy distinta, las desigualdades socioeconómicas no pueden cambiarse con libros de autoayuda financiera y la responsabilidad por la sobreexplotación laboral no puede ser atribuida únicamente al empleado. La felicidad no se puede comprar, es una emoción efímera que no puede ser infinita. Hay que aceptar la realidad como es, la vida está llena de emociones temporales que muchas veces no podemos controlar. 

Referencias: 

Cabanas, E y Illouz, E .(2019). "Happycracia: Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controla nuestras vidas". Paidós.

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